EL PECADO ORIGINAL

 El Pecado Original

El relato del Génesis

El tercer capítulo del Génesis se relata, con imágenes literarias y lenguaje poético, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre. Más importante que esas imágenes (el árbol, el fruto, la serpiente, etc.) es la enseñanza que transmite.

Dios coloca a nuestros primeros padres, Adán y Eva, en el jardín del Edén para que disfruten de todas sus maravillas. Solo impone un mandato: no deben comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Al principio todo parece ir bien, pero pronto aparece en escena una cuarta persona: el diablo en forma de serpiente.

El demonio habla con Eva y le dice que si comen del fruto del árbol se les abrirán los ojos y serán como Dios, conocedores del bien y del mal. Eva cae en la tentación, come del fruto y da comer a Adán. Inmediatamente se les abren los ojos y se dan cuenta de que están desnudos. Las consecuencias no se harán esperar

La gravedad del primer pecado

Dios fue muy claro con nuestros primeros padres: si comían del fruto del conocimiento del bien y del mal morirían. No se trataba pues de una desobediencia sin importancia, ya que Adán y Eva sabían que sus vidas dependían de ello.

Nuestros padres cometieron libremente la gran osadía de querer equipararse en grandeza y poder a Dios, rebelándose contra el plan que este tenía para ellos y para toda la creación.

Por ello este pecado de soberbia y de rebelión contra Dios fue el primero y la raíz de todos los demás pecados que el género humano cometió desde entonces. Se lo llama pecado original, precisamente porque es el origen de todos los otros males.