LA VIDA FUTURA

 La vida futura

Para que el hombre pudiera conocerlo y amarlo, Dios se fue revelando en el Antiguo Testamento hasta alcanzar la plenitud de esa Revelación con la venida de Jesucristo, en el Nuevo Testamento.

El Hijo de Dios se hizo hombre para salvar a toda la humanidad. Con su entrega nos redimió de nuestras culpas y nos mostró el camino del bien. Pero además, por medio de la Iglesia, nos da la gracia necesaria para seguir ese camino y alcanzar la unión con Dios.


Pues bien, ahora nos preguntamos por el final de esta historia: ¿Cómo termina este plan de Salvación iniciando en la misma Creación?
Cada domingo, cuando confesamos nuestra fe al recitar el Credo en la Santa Misa, antes de pronunciar la palabra "Amén", "En la resurrección de la carne y la vida eterna". En efecto, los cristianos creemos en el más allá, en la vida después de la muerte. Pero ¿en qué consisten estas verdades de fe?

Un destino eterno
Por la muerte. el alma se separa del cuerpo. Todas las religiones entienden que el alma no puede morir, porque es espiritual. A diferencia de los animales, el alma humana trasciende lo material: Puede pensar, recordar, amar, hacer proyectos. Somos libres y, por tanto, responsables.

Nuestras decisiones libres tienen trascendencia moral, nos acercan o separan de Dios y, por tanto, de la unión definitiva con Él en el Cielo. Por eso la vida es la única oportunidad para que cada uno, libremente, decida su destino eterno.


En el momento de la muerte la voluntad del ser humano queda fijada en aquellos que ama y, a partir de ese momento, ya no puede cambiar. Nadie sabe cuándo tiene que morir, por lo que siempre se debe procurar vivir en gracia, en amistad con Dios.


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